Quema viva a la amante de su esposo

19.07.2013 04:58

Con el 86 por ciento del cuerpo herido
falleció el pasado lunes en la noche
Íngrid Coromoto Sánchez (38). A Dulce
María Díaz la buscan en el municipio San
Francisco, estado Zulia, desde finales de
junio. Los familiares de la víctima
juraron vengarse.
Dulce María Díaz le juró la muerte a Íngrid
Coromoto Sánchez (38) por mensajes de
texto, llamadas telefónicas y hasta cara a
cara si no dejaba a su marido, Édward López.
El pasado 23 de junio llegó a la casa de
Íngrid y los vio sentados en el garaje,
tomando cervezas. Iba preparada. En una
botella plástica pequeña, que había sido de
agua mineral, llevaba la gasolina y en su
bolsillo los fósforos.
Un grito antecedió al rocío de combustible en
el cuerpo de Íngrid. Luego un insulto. La
maldijo y condenó a muerte cuando ya las
llamas consumían la ropa y la cara de la
mujer. Édward no detuvo a su esposa. La sacó
de la casa de su amante. Los familiares de la
occisa salieron despavoridos tras verla
envuelta en fuego. Le echaron agua mientras
ella se retorcía en el suelo. La envolvieron en
trapos y la montaron en el carro de un
vecino, contó una hermana de la víctima,
quien se negó a identificarse.
Desde el barrio El Paraíso, en el municipio
San Francisco, hasta el Hospital Coromoto,
en Maracaibo, tardaron unos 40 minutos,
tiempo en el que Íngrid se quejaba por el
ardor en la piel enrojecida.
Le hicieron un raspado de piel, la envolvieron
en gasas y la recluyeron en una habitación de
la Unidad de Quemados. Los médicos no le
daban esperanza de vida, a pesar de que
estaba consciente. En el 85 por ciento del
cuerpo tenía quemaduras de tercer grado.
Terminó junio y hasta el 15 de julio resistió.
Cayó en estado de coma y un paro
respiratorio terminó con su vida. Íngrid quedó
desfigurada y con la piel en carne viva. Su
hermana y el resto de la familia, con el
dolor, la responsabilidad de los tres hijos que
dejó la ama de casa y la impotencia.
A Édward lo han visto rondar el barrio. No lo
ven como culpable. Buscan por todo San
Francisco a Dulce María. Saben que trabaja
como madre procesadora en el comedor del
colegio Muñoz Tovar, en el sector El Bajo. La
cara de la mujer y el tono en que dice el
nombre de la "asesina" de su hermana
confirma que está "dispuesta a matarla".
"No sabe con quiénes se metió. Mi hermana
tiene dolientes y su marido era quien no la
dejaba en paz".