Por qué los ataques terroristas aumentaron 10 veces en 10 años

07.03.2015 15:55

Las estadísticas presentadas a fines de 2014
por el Instituto para la Economía y la Paz
(IEP) son elocuentes. Entre 2004 y 2013
(último año con datos procesados), el
número de ataques terroristas en el
mundo pasó de 1.000 a casi 10.000 .
En el mismo período, las muertes causadas
por estos eventos treparon de unas 5.000 a
cerca de 18.000. El incremento fue de un
260 por ciento.
Lo más preocupante es que si uno analiza los
gráficos difundidos en el Índice Global de
Terrorismo 2014, encuentra que, lejos de
haber señales de estancamiento, lo
incidentes y las muertes crecen año a
año . Como si esto no fuera suficiente, no
están contemplados los sucesos de 2014,
año en el que Estado Islámico pasó a
ocupar el centro de la escena en Medio
Oriente , haciendo escalar los niveles de
violencia en Siria e Irak a niveles nunca
vistos.
El 60% de los ataques ocurrieron en cinco
países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria
y Siria , en ese orden. Sin embargo, está
lejos de ser un problema excluyente de esa
región: en el resto del mundo, los atentados
aumentaron un 54% durante 2013. El brutal
ataque del pasado 7 de enero contra
Charlie Hebdo en París, en el que dos
terroristas asesinaron a 12 personas,
evidencia que ningún país está exento. "El punto de inflexión fue la invasión de Irak
(2003), que realmente disparó el número
de incidentes terroristas, tanto en
cantidad de ataques como de víctimas. Al
comienzo, Irak fue el epicentro, pero luego
se extendió a otros puntos, como Afganistán,
la región del Magreb y, de manera más
reciente, Siria, donde hay un crecimiento
constante de las víctimas y de los
incidentes", explica Manuel Torres, director
del Curso Universitario en Análisis del
Terrorismo Yihadista de la Universidad Pablo
de Olavide, España, consultado por Infobae.
Una de las consecuencias no buscadas de la
caída del régimen de Saddam Hussein fue
la anarquía que propició. En un contexto
marcado por la falta de autoridades y de
límites, se favoreció la proliferación de
organizaciones terroristas.
Eso en el plano interno. Pero la Guerra de
Irak también generó reacciones
inesperadas en el resto del mundo.
"Lo que sucedió allí se convirtió en un motivo
de agravio para organizaciones ubicadas en
otros puntos del planeta, que empezaron a
buscar venganza. Como Estados Unidos
estaba concentrado en Irak, y bajó la
atención en otros países, estos grupos
aumentaron su actividad", dice Torres.
A los problemas desatados por la guerra hay
que agregar los causados por la retirada de
Irak de las tropas estadounidenses. " El
repliegue ordenado por la
administración Obama debía hacerse, pero
antes tendrían que haberse fortalecido las
instituciones democráticas, considerando la
gran diversidad étnica del país", dice George
Chaya, consultor experto en relaciones
internacionales, seguridad y prevención del
terrorismo, en diálogo con Infobae.
"La retirada de Obama, tanto de Afganistán
como de Irak, fue apresurada a mi juicio.
Hacerla así allanó el camino a grupos
terroristas que estaban replegados.
Además emergió una confrontación que
estaba latente, pero controlada durante la
época del dictador Saddam, entre el islam
suni y el islam chii. Y esto dio lugar a la
violencia desatada posteriormente y lo que
estamos viendo hoy con la pretensión de
Estado Islámico de instaurar un califato",
agrega.
La falsa primavera árabe
La serie de revueltas que comenzaron en
Túnez a fines de 2010, y que se extendieron
rápidamente por el Magreb y Medio Oriente,
tuvieron un efecto no deseado similar al de
la invasión estadounidense en Irak:
sembraron el caos y la inestabilidad
política en una región que ya venía muy
convulsionada.
"Yo he sido uno de los primeros en señalar
que no ha habido tal cosa que llamar
'primavera árabe'. Hubo movilizaciones
populares que pretendían reivindicar
derechos genuinos vulnerados por dictaduras
laicas, como las de Muammar Khadafi
(Libia), Ben Ali (Túnez), Hosni Mubarak
(Egipto) y Al Assad (Siria) . Pero en el corto
plazo los grupos islamistas secuestraron
esas demandas, las hicieron propias, y de
alguna manera se alzaron con estos cambios
que pretendía la ciudadanía de forma
pacífica", explica Chaya.
En el mismo sentido se manifiesta Torres.
"La caída de los regímenes en Egipto, Libia,
Túnez y Yemen creó un escenario adecuado
para que los grupos terroristas puedan
incrementar sus actividades. La debilidad
institucional, la reducción de los controles de
seguridad, la incertidumbre sobre el futuro,
son condiciones propicias para que puedan
entrenarse, ampliarse y mover sus recursos.
Estos países han experimentado
escaladas terroristas inéditas en su
historia ".
Pero quizás la consecuencia más grave de la
mal llamada "primavera árabe" fue
exacerbar el enfrentamiento al interior del
islam. "Lo que se llama la primavera árabe,
una caracterización bastante romántica que
confunde más de lo que aclara, es en
realidad una guerra regional intra islam,
entre los sunis y los shias (chiis)", dice, en
diálogo con Infobae, Khatchik
Derghougassian, Ph. D. en Estudios
Internacionales por la Universidad de Miami,
Estados Unidos, e investigador de la
Universidad de San Andrés, Argentina.La guerra del islam
"La caída del régimen de Saddam -continúa
Derghougassian- inevitablemente estableció
una ventaja en favor de Irán y del islam
chiíta . Esto generó preocupación en parte
de las monarquías del Golfo y entre los sunis
en general".
Uno de los países más decididos a poner un
freno al avance iraní es Turquía. Tras
muchos años de una política internacional
relativamente pasiva, empezó a modificar su
estrategia.
"El giro de Turquía de una política de
cero problemas con los vecinos a una
política neootomana, por un lado, la guerra
civil en Siria y el avance de grupos islamistas
leales a Al Qaeda en la oposición al régimen
(de Al Assad), y ahora el fenómeno de
Estado Islámico, todo esto, genera una
suerte de balance que rompe la creciente
shia", dice Derghougassian.
En este contexto, el fortalecimiento de
algunas organizaciones terroristas
enfrentadas al islam shia empezó a ser visto
como un contrapeso frente a Irán. Si no, no
se podría comprender la rapidez con la
creció Estado Islámico en la región.
"Turquía se posicionó en la guerra siria en
favor de la oposición, aún cuando se tornó
islamista. Le facilitó todo a esa oposición. Es
imposible pensar que todo esto (en
relación al avance de Estado Islámico)
podría haber pasado sin cierta
colaboración del régimen de Tayyip
Erdogan . Es por la frontera con Turquía
desde donde entran las armas y los
combatientes", agrega el catedrático.
¿Una estrategia equivocada?
La sola lectura de los datos estadísticos
despeja toda duda: la estrategia de las
potencias occidentales para combatir el
terrorismo no ha sido exitosa . Pero un
análisis más fino permite encontrar algunos
matices.
En primer lugar, el objetivo principal de los
líderes mundiales frente a esta amenaza fue
y es evitar ataques en su propio territorio. En
este punto, los resultados no fueron tan
negativos.
Luego de los bárbaros atentados de Madrid y
Londres, en 2004 y 2005 respectivamente,
pasaron casi diez años sin ataques de una
envergadura comparable. En ese lapso, miles
de planes terroristas fueron desbaratados
por las fuerzas de seguridad. Recién en este
año el fantasma de la Yihad Islámica
reapareció con fuerza, con la masacre de
Charlie Hebdo.
"Si la estrategia era proporcionar
seguridad a Occidente <>dice Torres, pues
ha venido teniendo éxito . Pero en
términos políticos, se está produciendo un
agravamiento de la situación a nivel
internacional, con estados que no tenían
problemas de estabilidad, y que ahora están
en crisis, y donde los terroristas tienen
posibilidades reales de controlar territorios".
Como también evidencian las estadísticas, el
grueso de los ataques ocurrieron en el norte
de África y en Medio Oriente. Ahora bien,
que el avance de los grupos extremistas
haya sido tan firme y sostenido provocó una
verdadera tragedia humanitaria frente a la
cual Occidente no puede ser indiferente.
Porque además, tarde o temprano terminará
siendo una amenaza para su propia
seguridad. Esto significa que el fracaso más
rotundo fue la política hacia la región.
"Probablemente sea necesario adaptar esa
estrategia para no quedarse sólo en lo
contraterrorista , es decir en desbaratar el
atentado y atacar a las células, y pasar a un
enfoque mucho más amplio, de carácter
político, diplomático, económico, destinado a
reforzar a los estados frente a la amenaza
interna que están sufriendo", sostiene
Torres.
Para Chaya, el error de Occidente es
seguir librando batallas militares , que
llevan a una espiral de violencia sin principio
ni final, en la que nadie gana. "Hay otra
guerra por librar: el combate por las ideas.
Las incursiones militares han generado
siempre una respuesta desde el terrorismo,
golpeando como pueden y donde pueden",
dice.
"Occidente tendría que dar una batalla
para conquistar la mente y los corazones
de los ciudadanos árabes . Ganar la calle
árabe a través de apoyo en lo político, en
lo social y en lo económico. Eso significa
acercarse de otro modo, comprendiendo las
diferencias en la idiosincrasia. Porque si no
se comprenden esas diferencias es muy
difícil que pueda llegar a buen puerto
cualquier iniciativa", concluye.