Las universidades en EE.UU. abren sus aulas a los indocumentados

11.10.2013 19:40

Siguiendo una tendencia
del último año, la Universidad de Notre
Dame informó esta semana que aceptará a
los estudiantes indocumentados que
soliciten su admisión.
La decisión se tomó luego de que la
universidad considerara que “darle la
bienvenida a los marginados” es parte de la
responsabilidad social del catolicismo, dijo
Dennis Brown, portavoz de la universidad.
“Queremos que los estudiantes
indocumentados y sus padres sepan que
son bienvenidos”, dijo. Hasta el momento,
la Universidad de Notre Dame dijo no tener
estudiantes indocumentados.
De acuerdo al reporte de CNNMoney , en
el último año, otros centros de estudio que
encabezan los listados de las mejores
universidades de Estados Unidos, como
Dartmouth, Stanford, Duke y la Universidad
de Chicago dijeron explícitamente que
recibirán las solicitudes de estudiantes
indocumentados y que incluso quienes sean
admitidos podrán obtener ayuda financiera.
Otras instituciones como la Universidad de
Columbia, la Universidad de Pennsylvania,
Yale, Harvard y Princeton dijeron que todas
las solicitudes de admisión son
consideradas a pesar de la ciudadanía y
estatus migratorio del alumno. Sin
embargo, dijeron que no ahondarán sobre
si tienen entre sus filas a estudiantes
indocumentados.
Presentar una solicitud de admisión a este
tipo de instituciones podría no ser tan
sencillo por el miedo de que su estatus
migratorio sea revelado, además de que en
ocasiones encontrar el financiamiento para
pagar colegiaturas es una tarea
titánica. Aproximadamente, asistir a una
universidad privada como Notre Dame,
tiene un costo de 50.000 dólares por año, y
los alumnos indocumentados no tienen
acceso a los apoyos del gobierno federal.
Casi el 30% de los niños indocumentados
viven debajo de la línea de pobreza, de
acuerdo con el Pew Hispanic Research
Center.
Juan Carlos Cerda, ser indocumentado
en Yale
Ser indocumentado no detuvo a Juan Carlos
Cerda, quien actualmente cursa el tercer
año en la universidad de Yale. Juan Carlos
nació en Bocas, San Luis Potosí. Cuando
tenía 3 años cruzó por primera vez la
frontera entre Estados Unidos y México,
acción que repetiría a los 7 años.
En la preparatoria, en Texas, el mexicano
tomó seis clases avanzadas y obtuvo un
promedio general de 4.6 puntos, que en
México equivale a calificaciones de más de
100. Tras finalizar sus estudios, aplicó a
las universidades más prestigiadas de
Estados Unidos y decidió ir a Yale.
Juan Carlos dijo que le debe su educación a
David Perryman, quien fue su profesor en la
preparatoria Grand Prairie. “Si no fuera por
[Perryman] no creo que estar en Yale
hubiera sido posible, no creo que otro
profesor hubiera estado dispuesto a darme
una recomendación tan positiva”, dijo Juan
Carlos. Perryman facilitó la educación de
Juan Carlos, al conseguir que le fuera
prestada una computadora de la escuela
sin necesidad de pagar por esta, e incluso,
ayudó a que él usara el acceso de internet
de una primaria cercana a su casa, debido
a que la familia Cerda no tenía esa
posibilidad. “Lo que me motivaba a seguir
era el miedo de decepcionar a mis
maestros y a todos quienes creían en mí”,
dijo Juan Carlos.
Si bien las políticas de admisión en Yale
consideran a todos sus solicitantes para
obtener ayuda financiera, no cubre los
gastos de vivienda, que ascienden a 3.000
dólares. Para obtener los fondos, Juan
Carlos regresa a su casa en Grand Prairie,
Texas durante el verano y recolecta los
sobrantes de cable de su padre, un
electricista, para venderlo por libras, por lo
que obtiene varios cientos de dólares por
cerca de 100 kilogramos de cable.
En junio de 2012, Barack Obama firmó el
decreto de la Acción Diferida (DACA, por
sus siglas en inglés) por el que concedía la
permanencia legal durante dos años a
aquellos jóvenes que llegaron antes de los
16 años al país, estudiaban o se habían
graduado, y no tenían registros criminales.
Sin embargo, este programa no le otorga
la ciudadanía a los solicitantes. Desde el
15 de agosto, el Servicio de Ciudadanía e
Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por
sus siglas en inglés) recibió un total de
588,725 solicitudes, de las cuales fueron
aprobadas 567.563.
Juan Carlos recibió la Acción Diferida en
noviembre de 2012. Actualmente trabaja
como un técnico de computadoras y ayuda
a la reparación de las computadoras de la
escuela. “Me sentí muy solo los últimos dos
años, y sabía de que probablemente había
otros como yo aquí”, dijo Juan Carlos. “Yale
es el cielo para los estudiantes
indocumentados”, agregó.
Oportunidades escolares sin
oportunidades laborales claras
Desde 2001, los jóvenes indocumentados
comenzaron sus esfuerzos por defenderse
de las leyes antiinmigrantes que cada
estado iba aprobando. Una de las reformas
que más les afectó fue la limitación para
acceder a becas universitarias, que les
permitieran costear las colegiaturas de
entre 40.000 y 70.000 dólares anuales, dijo
Eileen Truax, autora del libro Dreamers .
Comenzaron a crear grupos de debate para
encontrar una vía legal para acceder a la
educación. ”Si tú eres un indocumentado,
no tienes número de seguro social. Cuando
quieres ir a la universidad no puedes
acceder a los apoyos económicos o
financiamientos, y por tanto probablemente
no podrás ir a la universidad” según Truax.
Sin embargo, encontrar el financiamiento
no es el único problema, sino la falta de
oportunidad laboral al terminar la
educación superior. “Creo que me regresé
porque sé que mis papás se fueron para
darnos una mejor educación y mientras
estaba allá, sentí que todo ese esfuerzo se
iba a la basura si trabajaba en una florería,
cuidando a una niña o en una carnicería”,
dijo Maru, una joven mexicana de 29 años
que emigró a Nueva York cuando tenía
ocho, quien regresó a México luego de no
encontrar una oportunidad de trabajo a
pesar de tener un título universitario.
De 2005 a 2010, más de 1,4 millones de
mexicanos volvieron a su país tras vivir en
EU, de acuerdo con el reporte Net
Migration from Mexico Falls to Zero (and
Perhaps Less), del Pew Hispanic Center. Se
estima que más de 400.000 fueron jóvenes
en la última década, según la Encuesta
Sobre Migración de la Frontera Norte
(EMIF-N).