La nueva ciudad palestina a la que sólo le falta un elemento vital

14.02.2015 16:08

Un millonario palestino está
construyendo de la nada una ciudad
totalmente nueva en Cisjordania,
territorio ocupado por Israel. Tiene hasta
un anfiteatro romano y un estadio de
fútbol. Pero hay algo que impide que la
gente pueda trasladarse allí.
Se dice que hay tres cosas esenciales cuando
se trata de la propiedad inmobiliaria:
Ubicación, ubicación y ubicación.
¿Qué tal construir en el seno de uno de los
conflictos más insolubles del mundo?
"Es el proyecto más grande de la historia
palestina", exclama el multimillonario
palestino-estadounidense Bashar Masri,
impulsor de una nueva ciudad palestina en
las colinas de la ocupada Cisjordania.
"No hay nada meramente cercano a esto, ni
siquiera la mitad", presume Masri.
Caminamos a través de lo que será un gran
anfiteatro romano a los pies de una línea de
bloques de apartamentos que, un día, pueden
ser el hogar de 25.000 personas.
También está la promesa de salas de cines y
tiendas, parques y campos de juego, para
completar el sueño típico de la clase media
de cualquier proyecto de desarrollo
inmobiliario.
Pero, construya en terreno controvertido y la
controversia será parte del precio.
Los críticos del proyecto consideran que
Masri da legitimidad a la ocupación
israelí.
Los críticos palestinos lo acusan de
"normalizar la ocupación", de alcanzar
acuerdos con Israel para su beneficio propio.
Los colonos judíos en las colinas aledañas
observan y se inquietan conforme Rawabi se
erige sobre la tierra.
"Estoy desafiando la ocupación", insiste el
bien vestido y educado Masri, que proviene
de una familia palestina conocida por su éxito
financiero y destreza política.
Su arriesgada inversión inmobiliaria es un
microcosmos del tumultuoso proceso de paz
entre israelíes y palestinos, y refleja la red de
complejas relaciones en los territorios
ocupados.
Durante el pasado año, que incluyó el colapso
del proceso de paz y la erupción de otra
guerra, hemos seguido la suerte de este
audaz proyecto.
¿Podrá tener éxito esta apuesta
multimillonaria?
"Puedo verlo todo, en mi mente, completo",
nos dijo Masri en nuestra primera visita a
Rawabi, en la primavera del año pasado.
El delgado hombre de unos 50 años, se
paseaba con confianza entre ladrillos
amontonados con cables y pilas de piedras.
"Veo a la gente aquí en restaurantes, allá en
sus hogares...". Su voz se pierde mientras
contempla el polvoroso terreno que consume
casi todo su tiempo y mucho de su dinero.
El conflicto por los asentamientos judíos
en territorios palestinos es uno de los
principales escollos para la paz.
Grúas con banderas palestinas se erigen
sobre las carcasas de cemento de las casas, y
los camiones rugen cargados con cemento.
A principios de 2014, más de 600 familias se
habían unido a este sueño. Ayman y Suhad
Ibrahim son de los primeros en visitar una
brillante sala de muestras.
Al igual que muchos profesionales palestinos,
los Ibrahim viven a unos 10 km de la ciudad
de Ramala, que describen como un revoltijo
abarrotado sin espacios al aire libre para que
jueguen sus tres hijos.
Rawabi promete jardines, árboles y calma.
Sus planes están adoptando forma y, además,
es algo más que un bonito hogar.
"Es el primer paso para construir un pequeño
modelo para un Estado palestino", dice
Suhad.
"Está creando una verdad sobre el terreno",
explica Ayman. "Lo primero que queremos es
paz, queremos construir nuestro futuro.
Tenemos la capacidad y es nuestra tierra".
Masri nos lleva a ver uno de los
apaartamentos modelo. Es iluminado y de
estilo contemporaneo, con una cocina
brillate, sofas estilizados y el aroma de velas
perfumadas.
Pero la vista por las ventanas de este oasis
moderno de calma es el antiguo conflicto de
esta vecindad.
Al sólo salir al balcón, resalta el azul y blanco
de las banderas israelíes del asentamiento
Ateret.
"No le estamos prometiendo el cielo a la
gente", insiste Masri y, en un guiño a los
palestinos críticos, añade: "Esto no es
normalizar y aceptar la ocupación, y mirar a
otro lado".
En la colina vecina
Por su parte, los 800 colonos judíos que viven
en Ateret pueden ver las banderas palestinas
que ondean en las colinas de Rawabi, incluida
una gigantesca que mide 134 metros
cuadrados.
En la primavera de 2014, los residentes de
Ateret con quienes nos encontramos estaban
recelosos pero a la vez resignados a la
existencia de la nueva ciudad.
Familias como la de Chanan y Avigail Damri
expresaron su satisfacción porque los
palestinos puedan vivir en un sitio agradable,
pero les preocupa lo que esto pueda
significar en cuanto a tráfico y seguridad. Sus
hijos van al colegio en un bus blindado, y
frecuentemente les tiran piedras en las
calles.
Los Damri tienen un hablar pausado pero con
un mensaje político fuerte.
"Este Estado es nuestro Estado. La nación
judía necesita también un hogar.
Necesitamos recordar siempre que es nuestra
tierra y que somos los caseros", explica
Avigail mientras sus hijos juegan en el piso
de su modesto apartamento.
Los colonos judíos divisan desde sus
viviendas las banderas palestinas que
ondean en Rawabi.
Al igual que el gobierno de Israel, la pareja
rechaza la idea de que los asentamientos son
ilegales bajo el derecho internacional.
Si las negociaciones alguna vez condujeran a
la creación de un Estado palestino,
asentamientos como Ateret quedarían
probablemente enmarcados dentro de dicho
Estado.
Los Damri no creen que esto vaya a suceder
pronto pero sospechan que Rawabi es un
esfuerzo para avanzar en esa dirección. "No
podemos permitir que eso ocurra", dice
Chanan.
Desde la colina cercana, Masri es igual de
desafiante: "Están en nuetra tierra. Estoy
100% seguro de que Ateret será un barrio de
Rawabi algún día, sólo es una cuestión de
cuándo".
No le gustan las comparaciones entre Rawaby
y los asentamientos israelíes, pero acepta
que su estrategia es similar: construir en las
cimas de las colinas, establecer "hechos en la
tierra" palestinos.
"Si lo hubieramos hecho hace 10 años, no
habríamos tenido tal auge de
asentamientos".
El secretario general de la ONU, Ban Ki-
moon visitó Rawabi en 2012.
Para construir aquí, Masri ha necesitado la
cooperación de funcionarios israelíes para
cada paso, desde que los planos estuvieron
listos hace siete años.
Cerca del 60% de Cisjordania, incluidos los
asentamientos y sus caminos de acceso, así
como las bases militares, están bajo
administración directa de Israel.
"¿Qué querían que hiciera, dejar de vivir?", se
pregunta retóricamente Masri, en respuesta a
los críticos. Y señala que ellos hacen lo
mismo a diario: "El agua que la mayoría de
los palestinos bebe viene de Israel, así como
nuestra electricidad".
En el puesto de control
Pero un activista palestino que encontramos
cerca de un puesto de control israelí dice que
Rawabi es "sólo un forma de hacerce más rico
para Masri".
"Eso no es resistencia", opina.
Cuando se le pregunta cuántos palestinos
querrían una mejor calidad de vida, se
revuelve: "¿De qué vida agradable están
hablando? El camino a Rawabi está lleno de
puestos de control. Los israelíes pueden
cortar la carretera e impedir que cualquiera
llegue a la ciudad".
A Masri lo critican por construir para los
ricos cuando hace falta vivienda para
gente más humilde.
Los críticos acusan además a Masri de
construir para una elite privilegiada. Un
apartamento normal en Rawabi cuesta US
$95.000, más barato que en Ramala, pero
muy por encima de lo que muchos palestinos
se pueden permitir. Hay una escasez crónica
de vivienda asequible en Cisjordania.
Masri insiste en que Rawabi no es sólo para
los ricos. Dice que el costo de los
apartamentos está al alcance de muchos
palestinos de clase media. Pero también
reprocha a la Autoridad Nacional Palestina
que no le ayude a financiar la vivienda para
quienes tienen ingresos bajos.
Masri financia este proyecto de US$1.000
millones de su propia fortuna así como con
cientos de millones del brazo inmobiliario de
la Autoridad de Inversiones de Qatar.
El rico país del Golfo se ha convertido en un
poderoso jugador en todo Medio Oriente.
Masri reconoce que el respaldo qatarí está
tanto política como comercialmente motivado
y admite que Qatar solicitó que se
construyera una mezquita muy grande.
Parálisis por falta de agua
Durante este año, vimos cómo Rawabi tomó
forma, lenta pero segura. La primera fase del
proyecto está casi completa, y prácticamente
lista para que los residentes se instalen.
El equipo de la BBC ha sido testigo del
crecimiento de Rawabi.
Pero en esta etapa avanzada, ha surgido un
gran obstáculo: Rawabi no tiene agua.
Toda infraestructura de agua más grande que
una cañería de 5 centímetros de diámetro
tiene que ser aprobada por un comité
conjunto de aguas israelo-palestino. El
comité no se ha reunido en años.
Los equipos de construcción utilizan un
depósito de la comunidad pero la nueva
ciudad necesita unas cañerías fijas.
Hubo un rayo de esperanza cuando se
reanudaron las conversaciones de paz entre
israelíes y palestinos en el verano boreal de
2013, bajo presión internacional y con
mediación constante de EE.UU.
Pero para principios de 2014 el proceso se
interrumpió.
Y le siguió un verano de descontento: una
oleada de secuestros y muertes en
Cisjordania, una guerra en la Franja de Gaza y
cohetes disparados hacia Israel, una
creciente recriminación política.
Regreso a Rawabi
Al regresar a Rawabi a finales de 2014,
incluso el optimismo característico de Masri
se estaba empezando a desdibujar.
"Estamos llegando a un punto en el que
vemos a muchos de los compradores
cuestionándose. Lo que se dice en la calle es
que tenemos problemas financieros. Pues
bien, adivine, tenemos problemas
financieros".
Pese a las repetidas promesas de Israel de
que se suministrará agua "en pocas
semanas", el comité de aguas todavía no se
reúne.
El proyecto icluye zonas verdes y espacios
amplios donde los niños puedan jugar.
Masri sospecha que se está convirtiendo en
moneda de cambio, que Israel sólo aceptará
suministrar agua a Rawabi si los palestinos
aprueban retrospectivamente agua que ya se
ha instalado en asentamientos judíos.
Este es un acuerdo que los palestinos no
aceptarán.
El coronel Grisha Yakubovich de la fuerza
militar que administra la ocupación israelí en
Cisjordania, insiste en que "no hay
condiciones".
"El agua llegará en días o semanas", nos
dice.
Otras fuentes corroboran el acuerdo con
condiciones, incluido el enviado a Medio
Oriente, el ex primer ministro británico Tony
Blair.
En su oficina de Jerusalén este, Blair dice que
los palestinos tienen sus razones para no
aceptar que se suministre agua a los
asentamientos judíos, cuya existencia es un
punto clave en las negociaciones.
"Cuando no hay un proceso político, lo que
pasa es que todo lo demás se convierte en
víctima de la parálisis. Hubo un período en
que esto se resolvía a través del Comité
Conjunto de Aguas de una manera no
política", recuerda.
En esta crisis, muchos palestinos ven una
profecía preocupante.
"Si Rawabi cae, es un fracaso para la solución
de los dos Estados. Es un fracaso para el
proceso de paz", asegura Saeb Erekat, el
negociador jefe palestino
Por su parte, Masri dice: "Me encantaría ver
un acuerdo de paz de aquí a un año, me
encantaría verlo en lo que me queda de vida,
quiero disfrutarlo. Pero si no pasa, que así
sea, seguiremos trabajando por ello".