La madre que se disfrazó de proxeneta para encontrar a su hija
La trataron de matar dos veces, le quemaron
la casa, la han amenazado de muerte en
innumerables ocasiones: todo por insistir en
la búsqueda de su hija desaparecida hace 10
años.
Es Susana Trimarco, cuya hija, María de los
Ángeles ("Marita") Verón fue secuestrada
por una banda de trata de mujeres y
sometida a la explotación sexual. Su destino,
hoy en día, es desconocido.
El caso de Verón tiene al menos dos hechos
que lo hacen excepcional.
El primero es que los acusados de su
secuestro están siendo juzgados, lo cual no
sucede con frecuencia en Argentina cuando
son casos de trata o explotación sexual.
Cifras oficiales muestran que en este país
unas 1.200 mujeres han sido rescatadas de
grupos de trata desde 2008, pero en el
mismo lapso apenas se han abierto 122
procesos judiciales que abarcan a unas 200
víctimas y sólo 40 casos llegaron a sentencia.
Haga clic aquí para ver gráficos sobre el
tráfico de mujeres en Argentina
El segundo hecho se refiere a las cosas que
ha hecho Susana Trimarco para tratar de dar
con su hija: llegó a infiltrarse como
proxeneta en las bandas de trata para
obtener pistas, y luego inició una fundación
que ha logrado rescatar a más de 400
mujeres de la explotación sexual.
Mala sensación
"Esto es un dolor terrible que se lleva en el
alma de manera permanente. Uno casi se
acostumbra a vivir con él", le dice Trimarco
a BBC Mundo, en la agitada oficina que tiene
en la Fundación María de los Ángeles, el
nombre de su hija, en Tucumán.
Trimarco exuda fortaleza. Tiene un rostro
adusto, que pareciera no haber sonreído en
años. Pero es cortés, incluso cuando se le
pide que recuerde su calvario.
"El 3 de abril de 2002 fue un día muy triste
de mi vida. No lo olvidaré jamás. Fue el día
que le destruyeron la vida a mi hija. A mi
nieta le arrancaron a su madre y a mi me
quitaron a mi hija", afirma.
Cuando "Marita" Verón no volvió a su casa
ese día, de una consulta de rutina en el
hospital, sus padres no sólo se preocuparon.
Algo les decía que las cosas no estaban bien.
"Fuimos a buscarla por todos lados, por las
calles que ella tomaba para ir a casa, en los
hospitales. Al volver a casa, mi marido y yo
nos pusimos a llorar y él me dice 'algo malo
le pasó a mi hija, tengo un mal
presentimiento'. Yo le decía que no pensara
eso, pero en el fondo los dos sentíamos algo
muy feo. Uno como padre sabe", recuerda.
La pista clave que la embarcó en la búsqueda
de su hija dentro de organizaciones de trata
le llegó de una persona conocida, quien
recibió información de alguien que vio cómo
tres hombres montaban a Verón en un auto
que parecía ser un taxi.
Trimarco logró hablar con el informante,
pero cuando acudió nuevamente a él para
que declarase ante las autoridades el hombre
había desaparecido, dejando en su precaria
vivienda en Tucumán todas sus pertenencias.
La "madame"
Trimarco acusó a las autoridades provinciales
de ese entonces de ser cómplices de la
banda de trata que se llevó a su hija.
Entre los 13 acusados hay ex policías. Pero
todos rechazan los cargos.
Por lo que dice fue una falta de ayuda,
Trimarco tomó la decisión de emprender las
investigaciones directamente.
Con la ayuda de un comisario amigo de su
familia inició las pesquisas y averiguaciones
diariamente. Tres meses después de la
desaparición de su hija tales esfuerzos
lograron un primer allanamiento en un
prostíbulo. No estaba Marita Verón, pero sí
unas 60 mujeres.
"Mi marido y yo nos paramos en la pista y
dijimos que 'aquellas que están en contra de
su voluntad en este lugar vengan con
nosotros'. De inmediato una chica sale
corriendo y se abraza a mí; así aferrada a mi
salió de ese lugar", cuenta Trimarco.
La mujer se llamaba Anahí. Se quedó un
tiempo en casa de Trimarco quien la ayudó a
rehacer su vida.
Anahí, por su parte, le dio datos claves para
la investigación: confirmó haber visto a
Verón y además proporcionó información
sobre cómo funcionaba la organización. Hoy
en día es un testigo clave del juicio.
Con esta pista y una agenda de teléfonos
que obtuvo de un policía arrestado por su
vinculación a las bandas, Trimarco escaló sus
acciones.
"Me vestí y maquillé y me hice pasar como
proxeneta. No era una mujer pública como lo
soy ahora y pude meterme en ese mundo",
señaló.
Acordó con una mujer que "vendía" chicas
una visita a un prostíbulo. "No le avisé a
nadie que iba a hacer eso. Sólo a quien me
llevó, quien avisaría a la policía y a mi
marido por si no salía después de cierto
tiempo", dice.
"El prostíbulo es el lugar donde las
mostraban. Cada una tenía su precio. Todas
tenían cara de terror. Había hasta menores
de apenas 14 años. Cuando las veías bajaban
la cabeza y se cubrían el cuerpo vestido con
poca ropa. Su cuerpo mostraba el terror y el
dolor que sufrían. Yo no soy psicóloga pero te
dabas cuenta del miedo", recuerda de dicha
experiencia.
Estructura
Trimarco visitó cuatro prostíbulos
pretendiendo ser proxeneta. Ello le permitió
proveer de información a la policía -a través
del comisario amigo de la familia- para
rescatar a 129 mujeres a lo largo de cuatro
años. Muchas vivieron en su propia casa
mientras se recuperaban o regresaban con su
familia.
En 2007, con ayuda de la Secretaría de
Derechos Humanos de Tucumán, decidió abrir
la fundación para darle estructura a sus
esfuerzos.
Desde entonces la agrupación ha logrado
abrir más de 800 causas en tribunales, y por
lo menos la mitad de estas han llevado a la
aparición o recuperación de mujeres
sometidas contra su voluntad a la
prostitución.
"Tenemos actualmente a 38 víctimas que
están recibiendo asistencia psicológica,
social y legal. A algunas las ayudamos con
sus hijos porque nacieron en los prostíbulos y
muchas no saben siquiera quiénes son sus
padres", dice Trimarco.
Los gobiernos de Estados Unidos y Argentina
han premiado a esta mujer por sus acciones
en contra de un flagelo de alcance global.
Además, su lucha personal impulsó también
la aprobación por el legislativo argentino de
una Ley contra la Trata de Personas que ha
sido fundamental para el rescate de casi
3.000 personas -que sufrían explotación
laboral o sexual- desde su promulgación en
2008.
Pero nada de esto hizo que Trimarco se
distrajese de la búsqueda de "Marita".
Actualmente hay 13 personas siendo
juzgadas en Tucumán por el secuestro y
explotación sexual de su hija. Se espera que
el juicio termine en varios meses, pero
Trimarco aspira a que le aporte nuevas
pistas del paradero de su hija.
"Yo he encontrado a víctimas que tuvieron
hasta 12 años secuestradas. Si Marita no
está con vida, por lo menos exigiré que me
la entreguen", señala.
"Yo les dije a ellos (los acusados) si yo no
tengo paz, ustedes tampoco la tendrán hasta
que aparezca. Yo la voy a seguir buscando
hasta que la encuentre".