historia oculta tras "Alicia en el país de las maravillas"
Era inglés, nació en 1832 en Daresbury (entre
Manchester y Liverpool) y estudió en Oxford;
de ahí el homenaje británico de la Royal Mail a
Las aventuras de Alicia en el País de las
maravillas . Diez sellos, dibujados por el
británico Grahame Baker-Smith, que repasan
las chifladas escenas, como la persecución
al Conejo Blanco o la sesión de té con el
Sombrerero Loco.
Con sus 150 años y los derechos de autor
caducados, Alicia es de dominio público. Está
considerada uno de los best seller de la
historia, traducida a numerosos idiomas y
dialectos y reeditada centenares de veces. Sin
embargo, MacMillan fue la primera en
publicarla. Por eso, ahora conmemorara el
aniversario relanzando el libro y su secuela: A
través del espejo y lo que Alicia encontró
allí.
En mayo de 1865, veían la luz las 91 páginas
manuscritas de Charles Lutwidge Dodgson,
quien usaba el seudónimo de Lewis Carroll
en sus escritos. Clérigo anglicano, científico
matemático y aficionado a la fotografía, creó
una historia única e inmortal que supuso un
éxito nada más publicarse.
Actualmente solo quedan seis originales de la
obra. Uno de ellos se exhibe en el Harry
Ransom Center de la Universidad de Texas
en Austin . Esta prestigiosa institución,
dedicada a los estudios literarios y artísticos,
presenta una amplia muestra basada en la
fascinación que ha envuelto a la obra y a la
historia oculta de Alice y Lewis Carroll durante
años.
200 objetos expuestos de manera gratuita
hasta el 6 de julio. Entre ellos, un libro
autoeditado por el propio Dodgson y sus
hermanas con dibujos del autor cuando era
niño o las ilustraciones de Salvador Dalí.
¿PEDÓFILO REPRIMIDO?
La BBC se suma a la lista de reconocimientos,
pero con un polémico documental que
ahonda en el lado B del autor y plantea si
fue un “pedófilo reprimido”.
Dodgson estaba enamorado de Alice
Liddell, la cuarta hija del decano del Christ
College de la Universidad de Oxford donde
residía el escritor. En el verano de 1862, el
joven matemático llevó a su musa y a dos de
sus hermanas a dar un paseo en bote por el
Támesis, y ahí nació la historia. Al regresar,
Alice, de 10 años, le pidió que la escribiera
para ella, y en 1864, Dodgson se la entregó
como regalo de Navidad.
Vanessa Tait, biznieta de Alice Liddell,
reconoció a la cadena británica que su familia
conocía esta historia de amor,“pero (Dodgson)
era tan reprimido que nunca traspasó la
línea”. Tait, sin embargo, no sabía de la
existencia de una fotografía que encontró la
BBC mientras trabajaba en el documental: un
desnudo de la hermana mayor de Alice, la
adolescente Lorina, atribuida presuntamente a
Carroll.
De comprobarse la autoría, se explicaría por
qué Carroll y la familia Liddell rompieron el
contacto de una manera tan repentina,
aseguró la familiar.
ENAMORADO DE LA INFANCIA FEMENINA
“Yo siempre lo he llamado Lewis Carroll
Carroll”, dijo a la revista Vogue Vladimir
Nabokov, el autor de Lolita “porque fue el
primer Humbert Humbert, ¿habéis visto sus
fotografías con niñas?”.
La extraña fascinación por las menores
ocupó durante años a los biógrafos de
Dodgson, quien pedía permiso a los padres
para fotografiarlas “ con un vestido hecho de
nada”. 50 años después de su muerte en
1898, sin descendencia y sin haberse casado,
se encontraron entre 700 cartas y 600
imágenes que el escritor dejó a sus
herederos; documentos que se salvaron del
fuego.
Algunos fragmentos estaban tachados y había
fechas cambiadas. En un sobre donde se leía
“Quemar antes de abrir”, se hallaron
fotografías artísticas de menores desnudas.
Pese a ello, Servando Rocha, responsable del
libro El hombre que amaba a las niñas,
considera que no hay “intención sexual”,
pues algunas de las protagonistas negaron
años después cualquier acto obsceno.
Esta atracción de Carroll desaparecía con la
madurez. Tampoco prestaba atención a los
niños, “no me interesa esta raza”, llegó a
asegurar. Pero pese a todas las niñas que
pudieron haber pasado por el objetivo de
Dodgson, solo Alice lo llegó a obsesionar,
hasta el punto de pedirle matrimonio
cuando tenía 13 años.
Los documentos después de la ruptura con los
Liddell desaparecieron. Y las primeras
palabras del autor descubiertas tras ese lapso
siempre van acompañadas de dos muletillas:
“ aquellos fatales años” y “he cometido un
pecado”.