En la mente del lugarteniente de Hitler

06.09.2013 16:23

En una tarde lluviosa de verano, el 2 de junio
de 1941, el doctor Henry Dicks llegó al
refugio altamente custodiado del MI6 -el
servicio británico de inteligencia secreta - en
el condado inglés de Surrey. Había sido
llamado para examinar a Rudolf Hess, quien
era un prisionero británico.
Fue llevado al segundo piso y de ahí a una
habitación vigilada para una reunión a solas
con el hombre que estaba en la segunda
línea <>sólo detrás de Hermann Goering para
suceder a Adolf Hitler.
Al tratar de entender a Hess y su lealtad
hacia el Führer , Dicks esperaba conseguir
información útil para comprender la que
había sido definida como la locura colectiva
del liderazgo nazi.
En los medios, Hess había aparecido como un
hombre fuerte y frecuentemente salía en las
imágenes al lado de Hitler.
Pero en persona se desvaneció esa ilusión.
"Bestia atormentada"
"La primera impresión es sin duda la de un
sicópata esquizofrénico", escribió Dicks en su
libreta de apuntes, que su familia dio a
conocer públicamente hace poco.
"En comparación con las fotos en la prensa,
la cara es casi la de una bestia atormentada.
El rostro es bestial, mono o lobo, que fue o
pudo haber sido en algún momento algo
encantador cuando joven".
A medida que avanzaban sus conversaciones,
a Dicks le sorprendió la admiración de Hess y
de Hitler por los ingleses, a pesar de que
Alemania tenía la ventaja en ese momento
de la guerra.
"Creo que están tratando de asustarnos,
pero en realidad están asustados de
nosotros", escribió.
"Siempre nos han tenido envidia y nos han
imitado en su forma de vida, su vestimenta,
su corrección, etc.. Están, al menos en parte,
enamorados de manera ambivalente de
nosotros. Somos esa raza superior, difícil de
alcanzar, que ellos quieren ser de manera
tan desesperada".
En el sillón
Dicks pensó que ese afecto hacia los
británicos puede haber sido la razón por la
que Hess decidió hacer su viaje en solitario a
Escocia el 10 de mayo de 1941, en lo que él
dijo era una misión de paz.
Hitler dijo que él no tenía conocimiento de lo
que Hess estaba tratando de hacer y el
partido nazi lo declaró demente.
Sin embargo, algunos historiadores creen
que Hess estaba tratando de implementar el
deseo del Führer de hacer un pacto con los
británicos para que los alemanes -que
estaban a punto de invadir Rusia- no tuvieran
que pelear en dos frentes.
La posibilidad de examinar a Hess le dio a
Reino Unido una oportunidad para tratar de
darle un sentido a las fuerzas que
impulsaban a los nazis. Para entender "la
raíz de esta locura", como dice el historiador
Richard Overy, de la universidad de Exeter.
"Creo que se volvió importante para las
personas tratar de adivinar lo que diría Hitler
si estuviera en el sillón, para luego tratar de
entender un poco más sobre cómo se
comportaría".
Tras su llegada a Escocia, Hess estaba
furioso de que lo trataran como un prisionero
en vez de como un enviado de paz.
Él había pedido reunirse con un alto
funcionario británico y eventualmente el
gobierno decidió seguirle el juego y enviar a
John Simon, el lord canciller, el 10 de junio
de 1941.
Dicks tomó nota de la intensa ansiedad de
Hess antes de la reunión y la atribuyó a sus
sentimientos inconscientes de inferioridad
con respecto a los británicos. Después de
que Lord Simon rechazó las propuestas de
Hess, Dicks se preocupó de que su paciente
se descontrolara.
Su preocupación terminaría volviéndose
realidad.
"Reeducación"
Días después, Hess se lanzaría sobre la
barandilla de unas escaleras en el edificio
donde estaba detenido. Pidió ver a Dicks muy
temprano en la mañana y luego se abalanzó
sobre él, saltando sobre la barandilla y
rompiéndose la pierna, de acuerdo con el
siquiatra.
Hess sobrevivió, y su comportamiento
errático siguió fascinando a sus captores
británicos. Se cree que Hess llegó a tener un
puesto tan alto en el partido nazi por su
devoción firme por Hitler.
Dicks y sus colegas siquiatras querían crear
una estrategia para "desnazificar" a la
población alemana. En su última nota antes
de entregar el caso de Hess a un colega, el
15 de julio de 1941, Dicks habló de
"reeducación".
"De sus declaraciones a varios oficiales,
como consta en informes del (oficial de
inteligencia) mayor Foley, parece claro que su
admiración inconsciente por Inglaterra está
saliendo a relucir más", escribió.
"Esto debe atribuirse a la decisión sabia de
permitirle acceso a las noticias inglesas y a
ciertos periódicos como una base para
charlas educativas con el mayor Foley y otros
oficiales. Esta educación ha tenido mucho
que ver con la desaparición de sus delirios".
Jessica Reinisch, de la universidad de
Londres, dice que la creencia de Dicks de que
podría intentar convencer a Hess de que se
liberara de su obsesión por Hitler era una
visión optimista para la época.
La opinión general entre los expertos era que
había poca esperanza para el futuro, porque
la mente alemana era irrevocablemente
autoritaria, paranoica y militarista.
"Dicks utiliza su experiencia con Hess, así
como con otros prisioneros de guerra
alemanes en Reino Unido, para decir que lo
que aprendió en esos episodios puede
aplicarse directamente al problema de
"desnazificar" a los alemanes y también
seleccionar candidatos apropiados para
puestos importantes en la nueva
administración alemana", dice Reinisch.
Algunos doctores británicos querían entender
la imagen general sobre cómo tratar la
adoración inconsciente a la autoridad que
tenían los fanáticos nazis, dice Daniel Pick,
de Birkbeck College, de la universidad de
Londres, cuya investigación sobre el tema fue
el catalizador para que se encontraran las
notas nunca antes vistas de Dicks.
"Creo que utilizan a Hess con la idea de que
es un nazi extremo y fanático, que se siente
atraído por Hitler por razones que también
tienen que ver con factores personales
inconscientes, incluyendo la búsqueda de una
figura con autoridad con sustituya a una
figura paternal autoritaria".
"Al mismo tiempo que Hess estaba siendo
analizado, los servicios secretos
estadounidenses contrataron a un
sicoanalista para que estudiara la mente de
Hitler", añade Pick.
En 1942, mientras todavía era un prisionero
británico, Hess fue trasladado al hospital
militar Maindiff Court en Abergavenny,
Gales, donde permaneció hasta el final de la
guerra.
Luego, después de un juicio en Núremberg,
durante el cual se comportó de manera
errática, Hess fue sentenciado a pasar el
resto de su vida tras las rejas.
Muchas personas pensaron en ese momento
que él estaba mentalmente incapacitado
para un juicio y el primer ministro de Reino
Unido, Winston Churchill, reconoció que
pensaba que Hess era un caso médico más
que un caso criminal.
Dicks dijo luego que nadie que había
conocido a Hess podía creer que tuviera
semejante poder.
"Él era patético y daba lástima, en vez de ser
amenazante o desagradable", dijo Dicks en
una entrevista.
"Quienes estuvimos a su alrededor siempre
sentimos que era un hombre muy inseguro
que había sido afectado grandemente en su
juventud, y si sólo hubiera habido mejores
medios, si sólo él no hubiera sido un
prisionero de estado tan importante,
podríamos haber hecho más por él".
Hess murió en la cárcel de Spandau en 1987,
a los 93 años. La causa oficial de su muerte
fue suicidio, pero -como es típico en la
mayoría de cosas que rodean a Hess- hay
muchas otras teorías, incluyendo que los
Aliados lo mandaron a matar.