Aborto, ¿Solución o parche?

Esta semana una niña conmovió el
corazón de millones de chilenos. Su
nombre es Belén y parece una niña
como cualquier otra. Tiene sólo once
años y juega con su muñeca, un tanto
ajena a lo que ha despertado a su
alrededor. ¿Por qué hoy todo un país la
conoce? Porque Belén tiene una historia
que la marcará para siempre. No hace
falta describir los pormenores, todos los
conocemos bien. Si hay algo en lo que
como sociedad estamos unidos es en el
sentimiento de injusticia ante los casos
como el de ella. Y como respuesta todos
buscamos la manera en que esta víctima
salga lo menos herida posible. Hoy, la
opinión pública apunta al aborto como
la mejor solución para su problema,
argumentando a favor de la salud de la
madre. Al mismo tiempo, la prensa
internacional señala a nuestro país
como un insensato al obligar a Belén a
tener a su hijo. ¿Será, efectivamente, el
aborto la solución para la pequeña
futura madre?
Partamos de los hechos: con aborto o
sin aborto, Belén no volverá a ser la
misma. En primer lugar, su identidad es
conocida por todo un país y está
asociada a la de una víctima. En
segundo, su madre, a la que sólo veía
los fines de semana, salió a defender al
victimario. Y, en tercero, Belén ya
resultó embarazada y esto no puede ser
borrado. Al aplicar el aborto solamente
estaríamos poniendo un parche a una
de las heridas y quizá ni siquiera a la
más grande. Y quién sabe si al ponerlo
empeoramos la herida. El niño que
Belén lleva es el resultado visible de un
problema anterior, pero no es el
problema en sí. Los que abogan por el
aborto buscan que la madre no sea
sometida a llevar al hijo de violador y
ven en ello un alivio a una herida que
dejará inevitablemente una huella. Pero
hay que pensar si Belén no se verá
afectada también al sufrimiento de
haber terminado con una vida que,
aunque haya sido causa de una
violación también le pertenece. ¿A
quién se debe castigar por todo lo que
está ocurriendo? ¿Al padrastro, a la
madre, a la niña o al niño que espera?
Ojalá que el parche no sea puesto en los
únicos dos que no lo merecen.